martes, marzo 27, 2012

Café Literario: Mi hermana vive en la repisa de la chimenea

El pasado jueves me dejaron el libro que tocaba leer para la tertulia.
Me levanté con un catarrazo impresionante y después de estar en el parque con el peke, fuimos a casa y como estábamos solitos, mi santo estaba de viaje, pues me acosté con mi niño pronto pronto, él cayó rendido rápidamente y yo me puse a leer... serían las nueve y pico de la noche...

Y leí, y empecé a poner post-it verdes, y seguí leyendo...
A las 22:30 me tomé un vaso de leche y una pastilla, creo que fue un Nolotil, y seguí leyendo, y seguí poniendo post-it verdes...

Y seguí leyendo, y empecé a llorar, y seguí poniendo post-it verdes, y seguí leyendo y llorando... y se acabó el libro. Me levanté, me lave la cara y dije en voz alta: Simplemente maravilloso.

De verdad es la historia más tierna que recuerdo haber leído... fantástica.

Aquí están los post-it verdes, como el libro no era mío he escrito mucho, para recordarlo, para no olvidarlo...




Te niegas a admitirlo y sigues afectado por el shock. Me dijo: Un día te vendrá de golpe y llorarás.Parece ser que no he llorado desde el 9 de septiembre de hace casi 5 años, que fue cuando ocurrió lo de Rose. El año pasado, papá y mamé me mandaron ver a esa señora gorda porque les parecía raro que yo no llorara por aquello. Me habría gustado preguntarles si ellos llorarían por alguien de quien no se acuerdan, pero me callé.

De eso es de lo que parece que nadie se da cuenta.


A veces, al despertarme, me olvido de que ella no está, y entonces me acuerdo y el corazón se me cae como cuando se te escapa un escalón o tropiezas con un bordillo. Luego me vuelve todo de golpe.

El corazón volvió a estrellárseme contra el pecho haciéndome un agujero negro por el que mi felicidad se derramó por todo el suelo de de la clase.

Imagínate una sombra sin persona me respondió.

Tu sonrisa hace que mi alma toque el cielo.
Tu fuerza me da valor para volar.
Subo como una cometa, atado y libre.
Tu amor hace brotar lo mejor de mí.

Las hojas de los charcos parecían peces muertos. Todo el verde se había vuelto marrón y morado, como si los montes tuvieran cardenales. A mí me gusta el mundo así. El verano me resulta un poco demasiado brillante. Un poco demasiado alegre. Las flores bailando y los pájaros cantando como si la naturaleza estuviera haciendo una fiesta. El otoño es mejor. Todo está un poquito más mustio y no se siente uno como si lo estuvieran dejando aparte de la diversión.

Paré de dar golpes en el suelo. Me puse de pie con las rodillas temblando. Me acerqué a Roger y esta vez su cuerpo medio muerto no me dio miedo. Quería cogerlo en brazos. No quería dejarlo marchar nunca. Quería hacerle miles de caricias. Darle un millón de abrazos. Decirle todas las cosas que debería haberle dicho cuando él todavía podía oír mi voz.
Echaba de menos a mi gato. Lo echaba de menos tanto que el fuego de la garganta y el de las mejillas se me extendieron hasta los ojos haciendo que me ardieran también. Me empezaron a gotear. No gotear. A llorar.
Lloré. Por primera vez en cinco años. Y mis lágrimas plateadas iban cayendo sobre el pelo naranja de Roger.

Pero sabía que tenía que hacer algo. Roger se merecía un funeral como está mandado. Pensé en mi hermana que estaba sobre la repisa de la chimenea. Sería agradable que mi gato estuviera también allí. Me imaginé una urna naranja con las cenizas de Roger dentro. Así podría seguir hablando con él y acariciarlo y abrazarlo siempre que quisiera. Y de repente lo comprendí. De repente lo pillé. Por qué Rose estaba en la urna de la repisa de la chimenea. Por qué a papá le costaba tanto esparcir sus cenizas en el mar. Por qué le ponía tarta en los cumpleaños, por qué le abrochaba el cinturón de seguridad y por qué colgaba un calcetín junto a la urna en Nochebuena. Le resultaba demasiado difícil desprenderse de ella. La quería demasiado para decirle adiós.

No dije de pronto. No lo hagas. Los dedos de papá se cerraron alrededor de las últimas cenizas. Qué dijo respirando con dificultad, con la cara más blanca que toda la nieve que nos rodeaba. No lo hagas repetí. Quédate con ésas. Papá sacudió la cabeza. Rose ya no está dijo con dificultad. Levantó en alto las cenizas. Esto no es ella. Paré de llorar. Ya lo sé dije. Pero lo fue. Fue parte de su cuerpo. Deberías guardarlas. Sólo unas pocas. Papá me miró y yo le miré a él y algo grande pasó vibrando entre nuestros ojos. Dejó caer aquellas últimas cenizas en la urna dorada.

Salí del colegio y el cielo estaba turquesa y el sol enorme y dorado. Parecía una pelota de playa inmensa flotando en un mar de azul perfecto. Tuve la esperanza de que aquel sol fuera lo bastante fuerte para llegar hasta debajo de la tierra. Esperaba que Roger sintiera en su cuerpo el calorcito. Esperaba que no tuviera miedo ni se sintiera solo en su tumba. Entonces me dio un dolor agudo en el pecho, como cuando te indigestas porque has comido demasiados trozos de pizza en uno de esos sitios tipo bufé. Me apoyé en un muro y me puse la mano en el corazón y esperé a que se me pasara. Fue disminuyendo hasta quedarse en un dolor apagado, pero no se me quitó.

Aquí es donde está enterrado Roger dije señalando a un rectángulo de barro fresco que había en el jardín de atrás. Justo ahí debajo. Sunya se arrodilló y tocó la tumba. Era un encanto de gato. Yo me acuclillé. El más encantador del mundo respondí. Estiró la mano y me miró el anillo del dedo corazón. Hay una cosa que no sabes dijo en ese tono bajo que me ponía la carne de gallina. Sobre los anillos. Me quedé mirando la pequeña piedra marrón. Qué pregunté. Qué les pasa. Sunya miró alrededor por el jardín para comprobar que no había nadie escuchando, luego me agarró de la camiseta y tiró de mí. Pueden hacer que las cosas revivan susurró. No dije nada aunque tenía un millón de preguntas. Pero sólo por la noche. Si ponemos las dos piedras juntas encima de la tumba de Roger, cuando el reloj dé las doce, él tendrá el poder de salir de debajo de la tierra y ponerse a cazar ratones y a jugar en el jardín. Yo empecé a sonreír. Y vendrá a verme a mí le pregunté. Pues claro dijo Sunya. Eso es parte de la magia. Saltará a través de tu ventana y se tumbará a tu lado y ronroneará. Estará todo calentito y peludo pero desaparecerá en cuanto te despiertes. Se volverá a su cama de debajo de la tierra y se pasará el día entero durmiendo para tener un montón de energía para la próxima aventura de medianoche.
No era verdad pero daba la mismo. Me hacía sentirme mejor. Sunya se quitó su anillo de Blue-Tack y me sacó a mí el mío del dedo. Luego apretó la piedra blanca contra la piedra marrón mientras yo cavaba un pequeño agujero en la tumba. Besó los anillos y luego yo los besé también y los echamos sobre la tumba. Los cubrimos de nieve y barro y nuestros dedos se tocaron cuatro veces. Sunya colocó encima de todo la flor roja. Ahora Roger es un gato mágico dijo y el dolor del pecho se me quitó un poco.

Quiero decirte una cosa dije. Una cosa importante. Jas le acarició a Burt el pelo. Sabes la canción que cantaste en el concurso. Ella asintió despacio. Eso es exactamente lo que yo siento contigo. A Jas se le saltaron las lágrimas. Aquella pintura de uñas debía de ser fortísima para hacer que le llorarán los ojos. Tu fuerza me da valor para volar...


Sonríe y Sueña
Olly

2 comentarios:

Y tú, qué opinas???? Gracias.